Hipocresía y doble rasero de la UE: qué deplorable línea de puntos describe la UE en Ucrania y Gaza.

  • Tribuna de Prensa
  • 11 de Septiembre de 2025
Hipocresía y doble rasero de la UE: qué deplorable línea de puntos describe la UE en Ucrania y Gaza.

¿Tienen algo en común Ucrania y Gaza? ¿Hay algún hilo conductor entre la guerra de Putin contra Ucrania y la de Netanyahu en Gaza?

Es evidente que se trata de conflictos de naturaleza y causalidad diversa. Pero también que ambos reflejan una ofensiva contra el Derecho internacional y las instituciones rectoras de la comunidad internacional surgidas de la devastación de la II Guerra Mundial.

EEUU, la URSS (y su sucesor, la Federación Rusa que lidera Putin desde hace 25 años) y China (República Popular China, que sustituye a Taiwán/República de China en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente en 1971) fueron, durante largas décadas, arquitectos y actores fundamentales del orden internacional y la de la configuración de sus reglas. Hoy son, en cambio, determinantes en su impugnación, larvada pero imparable. Una impugnación resultante en un desorden global que abisma al mundo a un estado hobbesiano, crecientemente expuesto a la guerra, a la violencia, a la inseguridad y a la violación de las reglas que se pensaban vinculantes (ius cogens) y de los derechos humanos que se estimaban inviolables.

Estremece sobremanera asistir, singularmente, a la alarmante deriva autoritaria de los EEUU de Trump, en abierta rebeldía contra todas las reglas y principios del multilateralismo en un desorden global en que la coexistencia, la paz y la seguridad jurídica exigen —y echan de menos— actores cuya fiabilidad descanse en su disposición a la cooperación, a la diplomacia, al respeto por el derecho ajeno que es la base del respeto mutuo, y a la máxima Pacta sunt Servanda.

La impunidad de todas estas violaciones no sólo es contraria al Derecho tal como lo conocíamos y veníamos explicando los profesores, sino que se muestra también moralmente insoportable para sectores cada vez más amplios y significativos de la opinión pública mundial. Entre los progresistas, en particular, cunde la desafección contra la impotencia, la inacción y la manifiesta hipocresía de las instituciones europeas. Y la crítica, es la más acerba.

Nada lo expresa peor que el doble rasero de la Unión Europea (UE). Double Standard, en efecto, groseramente exhibido en la respuesta a uno y otro conflicto expone, seguramente, con insufrible crudeza la pérdida de "brújula estratégica" y de credibilidad de la UE, no sólo ante el mundo (y ante los actores que ejercen relevancia global o aspiran a ella), sino la erosión del vínculo de pertenencia de una parte significativa, y creciente, de la ciudadanía europea.

Huelgan las palabras enfáticas. Quienes se movilizan desde su indignación ante el genocidio en Gaza exigen de la UE acciones. El Parlamento Europeo (PE) se distingue en la arquitectura de la UE por ser la única Institución directamente electiva, legitimada por el sufragio universal de la ciudadanía europea en sus 27 Estados miembros (EEMM).

El PE tiene legitimación para exigir a la Comisión Europea sanciones contra el Gobierno ultraderechista y supremacista de Netanyahu en Israel, así como toda la presión diplomática, comercial y económica para modificar su hoja de ruta criminal. Además, el PE tiene motivos jurídicos y razones para interponer ante el TJUE un recurso por omisión (art.265 TFUE) —obligado, a mi entender— contra el Colegio que preside Ursula von der Leyen por no haber suspendido el Acuerdo de Asociación UE/Israel de 1995 (vigente desde 2002) a la vista de la violación, masiva, flagrante, continuada, de la cláusula de respeto a los derechos humanos contenida en su art.2 por parte del Gobierno de Netanyahu. 

Esta violación no se limita únicamente en la franja sometida a un sufrimiento paroxístico, sino que se extiende también a toda Cisjordania, como territorio ocupado, y en los países limítrofes expuestos a una acción militar cada vez más desenfrenada y desvinculada de las normas que rigen incluso en la guerra.

No hacer nada. No decir nada. Perderse el respeto a sí misma y abdicar del respeto que pueda esperar de los demás, renunciar a todas las ambiciones y a las promesas proclamadas, abdicar de toda expectativa, es la receta segura para encajar en el diagnóstico que resuenan cada vez más voces: la UE está "perdiendo su alma", antesala de la disolución de su papel en un mundo en que se echará de menos la alternativa que un día pudo escribir con su mano.

 

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