Von der Leyen afronta las duras críticas del Parlamento Europeo.

  • Tribuna de Prensa
  • 05 de Septiembre de 2025
Von der Leyen afronta las duras críticas del Parlamento Europeo.

Tras la pausa de verano de 2025, el Parlamento Europeo (PE) reemprende su actividad desde el 1 de septiembre, semana de Comisiones y preparación del primer Pleno en Estrasburgo del nuevo curso político, caracterizado por el SOTEU, palabro que en nuestra jerga describe el State of the European Union Annual Debate. La Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen (Comisión VDL II 2024/2029) sostendrá en la Tribuna su gestión y nivel de cumplimiento del programa pactado para su investidura en julio de 2024.Es seguro que encarará críticas sin precedentes en policromía e intensidad.

A lo largo de mi experiencia de años en el PE –me atrevo a decir que en el curso de 40 años cumplidos desde la adhesión de España a las CCEE-, no creo recordar una protesta tan expandida y atronadora contra la Comisión Europea como la desencadenada en este caluroso verano surcado por una suma de deplorables decepciones a la promesa con que VDL obtuvo su primera investidura allá por 2019. 

Con la presencia estelar entonces de Josep Borrell como High Rep y jefe de la Diplomacia europea, la Legislatura de 2014/2019 asumió grandes ambiciones y describió, de hecho, el balance legislativo más abultado e innovador de la historia del PE como legislador europeo directamente electivo por sufragio universal de la ciudadanía europea: la Transición Verde Justa, la Agenda Digital (Servicios y Mercado Digital + Inteligencia Artificial) y el nuevo Pacto UE de Migraciones y Asilo fueron logros señalados de ese Legislatura. 

Pero si hubo un marchamo distintivo de esa etapa, ese lo fue seguramente el de la "autonomía estratégica" como toma de conciencia frente a la necesidad imperiosa de transitar de una vez desde el llamado "Poder blando" a la mayoría de edad de una "UE geopolítica", globalmente relevante, capaz de hablar de tú a tú a los demás actores de un desorden global requerido de reglas y compromisos con valores. ¿Qué queda, verano de 2025, de tan grandilocuente apuesta? El paisaje es desolador.

Por un lado, ante la ilegal guerra de agresión de Putin contra Ucrania, factor de inestabilidad del entero continente, la UE no ha conseguido, pese a los sucesivos paquetes de sanciones impuestos contra Rusia, aislar al autócrata del Kremlin. Esta misma semana estrecha lazos con la China de Xi y la India de Modi, en una apoteosis de los que A. Rizz ha explicado como "era de la revancha" frente a un "Occidente" (suma de EEUU y UE, subordinada ésta como nunca a las estrategias de Washington) al que se percibe y señala como un poder declinante.

El come back de Trump a la Casa Blanca –con toda su carga desatada de resentimiento y supremacismo de plutocracia corrupta- fue versionado por muchos analistas como una oportunidad para la UE: visto el carácter disruptivo de sus patadas al tablero de la comunidad internacional, la UE podría y debería aprovechar para llenar huecos y vacíos, mostrar nervio y propósito propio y alternativo al de los EEUU. No ha sido así.

Pero, en el caso de Gaza, el balance es terrible. Si frente a la guerra en Ucrania ha podido alcanzarse al menos una masa crítica (la disfunción de la Hungría de Orbán ha obligado a los demás, en ausencia de unanimidad, a construir una amplia Coalition of the Willing), ante la masacre en Gaza –genocidio, crímenes de guerra-, el balance es un patético páramo de desunión, impotencia e irrelevancia. Aún peor: "Double Standard", insufriblemente hipócrita y cínico doble rasero: gesticulante “contundencia” en la incriminación de Putin, buscando, sin éxito, aislarlo como "paria internacional", en contraste con la afasia e insignificancia frente a la impunidad de la infinita e indiscriminada ofensiva militar de Netanyahu en Gaza y en la Cisjordania ocupada

Borrell lo ha explicado, como suele, con lucidez y crudeza: "La UE ha perdido su alma". Ha planteado, incluso, abiertamente, lleva a la UE a "tribunales" (por alusión al TJUE) por clamoroso failure to act (fracaso u omisión en el cumplimiento de sus obligaciones jurídicamente vinculantes), en la medida en que no ha sido siquiera capaz de suspender, como debe (art.79), su Acuerdo de Asociación UE/Israel (1995), en vigor desde 2002, por violación de la cláusula de respeto y promoción de los derechos humanos de su art.2. La UE no ha hecho, hasta ahora, absolutamente nada para elevar su voz ante las 63000 muertes sumadas por Netanyahu y ante la hambruna impuesta en Gaza en un infierno de terror, dolor y vidas inocentes cegadas implacablemente.

También aquí es más deplorable la traición de la UE a su razón de ser: si la Hungría de Orbán impide la unanimidad en el aislamiento de Rusia, con el Gobierno de Netanyahu el consentimiento incurre imperdonablemente en complicidad: lo expone sangrantemente una Alemania incapaz de discernir el horror de hoy atenazada por su pasado, ayer, en la pesadilla nazi y su culpa por el Holocausto.

Sí. Este SOTEU 2025 de la Comisión VDL II enfila, en clima borrascoso, un pésimo estado de ánimo. Se abusa, ya lo sabemos, del adjetivo "histórico" y de la invocación de "retos existenciales". Pero este sin duda lo es: por eso se escribe tanto sobre el declive de una UE que renuncia -con su sumisión a Trump en la humillante foto de su campo de golf escocés, con la asimetría arancelaria que remeda la cita de Churchill a la "deshonra y la guerra", con su insoportable mutismo ante el genocidio en Gaza- no solamente a su promesa (“derechos”, "autonomía estratégica"...), sino a su razón de ser. 

Publicado en Huffington Post

 

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