¿Qué opciones tendría la UE para neutralizar la desinformación rusa?

  • Tribuna de Prensa
  • 17 de Mayo de 2025
¿Qué opciones tendría la UE para neutralizar la desinformación rusa?

En uno de las más interesantes sesiones en los trabajos de la Comisión Especial 'Escudo de la Democracia' (Democracy Shield) del Parlamento Europeo (PE), el 22 de abril tuvo lugar un Hearing con panelistas expertos en el combate a la desinformación.

Sí, ya lo sabemos. Es sabido que no hay organismo especializado de la UE ni Agencia de Inteligencia que no dé por hecha la masiva interferencia de la Rusia de Putin en los procesos electorales de la UE y sus Estados miembros (EEMM), así como en la formación de sus opiniones públicas. Esta injerencia se lleva a cabo mediante ejércitos de trolls, bots y falsos perfiles en redes sociales, que saturan a sus usuarios con mentiras, patrañas, bulos y disparatadas distorsiones de hechos reales. 

Todo ello no sólo tiene el propósito de engañar e inducir a la difusión de fake news, sino el de favorecer también, "narrativas" putinescas, conforme a las cuales Rusia solo estaría defendiendo a las comunidades rusófonas ante su opresión por supuestos nazis ucranianos, respondiendo ante inminentes amenazas existenciales con ataques preventivos.

Y sabemos, asimismo que es evidente a estas alturas que la guerra de agresión que ha cumplido tres años de derramamiento de sangre no empezó con tanques y misiles violando la frontera ucraniana, sino con un denso preludio de guerra desinformativa diseñado tanto para justificar la llamada "operación militar especial" como para desestabilizar —y dividir— a la UE y sus EEMM. Como escribió Mark Twain (1835-1910), "la mentira ha dado la vuelta al mundo antes de que a la verdad le dé tiempo de bajarse de la cama". Campañas de falsedades cuidadosamente orquestadas se acompañan de sofisticadas técnicas de manipulación psicológica.

De ahí que resultase tan instructivo escuchar en la Comisión 'Escudo de la Democracia' los testimonios de Magnus Hjort, Director de la Agencia Sueca de Defensa Psicológica, y Peter Pomerantsev, Director de Arena Programme. 

El primero de ellos explicó en detalle los instrumentos más contrastadamente eficaces para neutralizar la penetración psicosocial de la mentira; el segundo, discursó sobre las lecciones dictadas por la terrible historia del último siglo europeo —el "olvidado Siglo XX" sobre el que escribió Tony Judt— acerca de la importancia de responder, golpeando, contra el poder de corrosión de la propaganda hostil.

En el curso de la II Guerra Mundial, las democracias aliadas contra el nazifascismo (notoriamente, EEUU y Gran Bretaña) desarrollaron novedosas técnicas de difusión de cebos y mensajes orientados a confundir a las tropas y a mandos del enemigo. 

Es verdad que son muchos y muy profundos los cambios impuestos por el desorden global a la desconfiguración de las reglas que la comunidad internacional se dio para dejar atrás la devastación sin precedentes de la II Guerra Mundial, pero también que sigue siendo tan válido como urgente el objetivo de formar una narrativa al servicio de los valores de la UE consagrados en el art.2 TUE: paz, derechos, libertades, democracia representativa, Estado de Derecho, no discriminación, protección de minorías y promoción del pluralismo. Y desde luego más útil esa narrativa proactiva que reaccionar, a rastras, a la ingente enormidad de las mentiras de Putin.

La discusión parlamentaria respecto a estas contribuciones tiene mucho que ver con la constatación de que la propaganda ya ha hecho su siniestro oficio cuando, en primer lugar, parte de las opiniones públicas (y con ellas, sus respectivos liderazgos), han llegado a hacer suyas las argumentaciones de Putin. Así, hemos visto a Trump acusar a Ucrania de "haber provocado su guerra" (y de "jugar a las cartas con la III Guerra Mundial"); y ofrecer la aceptación de los territorios ucranianos militarmente ocupados como una parte definitiva de la territorialidad de Rusia, así como, por descontado, el apaciguamiento de que en ningún caso Ucrania formará nunca parte de la OTAN. 

El provecho de este debate se nutre, además, con la consideración de las opciones disponibles para la UE y sus EEMM para construir, por su parte, un relato alternativo que desaliente o disuada futuras agresiones rusas haciéndole experimentar en sus carnes el poder desmovilizador de la información en su contra.

Quiere afirmarse con ello que no es necesario asemejarse en lo más mínimo, al servicio de los valores de la UE, a la escala de la inmoralidad con que los autócratas, que se envalentonan con la disolución de las reglas de sujeción al Derecho de la comunidad internacional, imponen su agresiva apuesta por la ley del más fuerte. 

Basta con hacerles saber que la UE va a ser capaz de poner en pie y en marcha su propio enfoque innovador para combatir en el frente de las llamadas "guerras híbridas" y la desinformación. Un frente en el que la UE no puede permitirse el lujo de la incomparecencia, pero tampoco la derrota. De su resistencia, y victoria, depende, por el contrario, la estabilidad e, incluso, el futuro mismo de la idea europea de democracia del art.2 TUE.

Publicado en Huffington Post

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