Semblante cortés y fuerte apretón de manos. Así se presentaba el eurodiputado socialista del Parlamento europeo, Juan Fernando López Aguilar, en el plató de Atlántico Interviú para conceder una entrevista; probablemente, la más discordante en alusión al actual panorama geopolítico dados los últimos hechos acaecidos. Durante 34 minutos y con el ímpetu que le caracteriza, el grancanario abordó la guerra arancelaria, la inversión en Defensa o la gestión migratoria, admitiendo con cierta tristeza que “la comunidad internacional que construimos después de los desastres de la Primera y La Segunda Guerra Mundial se está desmoronando a nuestra vista”.
-Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, la guerra arancelaria mantiene en vilo al comercio internacional. En el caso de Canarias, en concreto, el sector vitivinícola sería el más perjudicado. ¿Es posible que ambas potencias logren alcanzar un acuerdo?
“Es posible, pero no es fácil. Trump es un personaje no solo impredecible, sino extremadamente disfuncional. Sin embargo, está al timón y ha impuesto, cumpliendo su propio pronóstico, unos aranceles prohibitivos a productos provenientes de la Unión Europea, que se ha manifestado dispuesta a reciprocar. Lo mismo que ocurre en Canadá. Aunque, en ningún caso, tranquiliza saber que nos avecinamos a una guerra de aranceles que Trump impone como parte de una estrategia: la rebaja fiscal a los ricos y el intento de compensar el déficit fiscal de los Estados Unidos. Una mentalidad del siglo XIX completamente inadecuada al momento en el que vivimos. Nadie quiere que los productos canarios tengan mayores dificultades y la UE se va a hacer todo lo que esté en su mano”.
-En caso de que estos incrementos sean una realidad, ¿con qué opciones contaría el Archipiélago?
“El sector primario canario está protegido en Europa, tanto por su singularidad como región ultraperiférica como por el POSEI con un programa específico de ayudas al sector primario. Todos los productores -agrícolas y ganaderos- cuentan con algún tipo de ayuda. Ahora, lo importante es ver qué se puede hacer para paliar el daño que supongan los aranceles prohibitivos que plantea Trump”.
-¿Está ya desestabilizando esta guerra de aranceles la economía mundial?
“Por supuesto, y no solo la economía, sino la paz mundial. Es muy difícil prever cuáles serán las consecuencias. Muchos se preguntan qué pasará en la relación de Estados Unidos con Rusia porque lo primero que ha hecho Trump ha sido rehabilitar a Putin, al quien la Unión Europea intentó convertir en un paria internacional, criminalizando su guerra de agresión ilegal e ilegítima. Lo mismo sucede con la relación de los EE.UU. con China. ¿Qué sucederá cuando China decida cumplir su pronóstico de agresión sobre Taiwán? Es un escenario extremadamente inquietante. Por tanto, una guerra de aranceles no beneficia a nadie”.
-¿Cuál cree que es el objetivo final de la Administración estadounidense teniendo en cuenta que estos aranceles también afectarían a la población americana?
“La respuesta no es sencilla y desde luego tampoco monosilábica, sino que tiene que ver con el nacional populismo y los regímenes autoritarios que se dan la mano, intentando desviar la atención respecto a las tremendas desigualdades en Estados Unidos: regalos fiscales a los ricos, abandono total de la clase trabajadora, desatención de la educación porque quien no puede pagarla no la tiene, así como la sanidad, que los más pobres se mueren”.
-Los 27 países de la Unión Europea han aprobado un nuevo plan de defensa motivado por la invasión rusa de Ucrania y por el regreso de Trump a la Casa Blanca. ¿Está de acuerdo con esta inversión en el ámbito militar?
“No, y, de hecho, he intervenido en el Parlamento Europeo para exigir una posición diferenciada. Sin duda, la seguridad es una prioridad estratégica, pero nadie puede pensar que vamos a disuadir a Rusia incrementando simplemente presupuestos nacionales. La Unión Europea, en su conjunto, suma más armamento militar que Rusia, pero es necesario buscar una estrategia común. Por tanto, lo primero que tenemos que hacer es especializar por valores añadidos las capacidades de cada uno. No tiene sentido que la República Checa incremente su capacidad marina porque no tiene costa, pero sí puede aportar capacidad en material de ciberseguridad”.
-¿Es posible una paz en Ucrania sin la intervención de la Unión Europea?
“No debería suceder y, en ningún caso, eso merecería el nombre de una paz duradera y justa. En todo caso, sería un arreglo entre las dos superpotencias de Estados Unidos y Rusia. Lo más abominable del actual presidente de Estados Unidos es esa rehabilitación de Putin porque lo ha posicionado como un interlocutor fiable. Dos superpotencias que creen que pueden reordenar el mapa del mundo sin un mandato para ello, decidiendo incluso sobre las fronteras de un país tercero, como es Ucrania, sin Ucrania, que, además, es frontera directa de la Unión Europea. Nadie esperaba que el regreso de Trump a la Casa Blanca pudiese ser tan disruptivo como está resultando”.
-Respecto al acuerdo para reformar el artículo 35 de la Ley de Extranjería, algunas comunidades han anunciado que no va a contribuir con este reparto. En este contexto, ¿es viable un recurso de inconstitucionalidad?
“En estos momentos, no me corresponde a mí ilustrar a quien se plantee un recurso de inconstitucionalidad contra una medida que ha sido inevitable. Pero antes me gustaría comentar que no creo que los casi 6.000 menores hacinados en Canarias sean el primer problema de las Islas. Existen otras prioridades sociales que el Gobierno autonómico intenta encubrir”.
-¿Por ejemplo?
“La vivienda es el primer problema. También está la cuestión social con un deterioro de la atención a la dependencia. La cuestión de los menores migrantes no acompañados no quita el sueño al conjunto de la sociedad canaria. Lo que sí creo es que se ha optado por la vía más adecuada: una reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería, pero está claro que el PP ha sido el principal responsable de atascar el problema, aun estando en el Gobierno de Canarias. Ahora, mediante el decreto ley, las comunidades tendrán que aceptar su parte de la distribución, de modo que el Archipiélago pueda respirar mejor y se alivie su capacidad de atención de niños y adolescentes”.
-Según Junts, de ese reparto, Cataluña acogería entre 20 y 30 menores migrantes, mientras que Madrid unos 700. ¿Es este acuerdo una cesión al independentismo catalán?
“El criterio de distribución se basa en la capacidad de asistencia de menores no acompañados de cada autonomía. Ya hay comunidades que están cercanas al límite, como es el caso de Cataluña, y otras que están muy lejos, como Madrid, que está siendo señalada por su nivel de riqueza y su población. De ahí, la cuantificación que le correspondería a cada territorio”
-Entonces, ¿es una cuestión de racismo?“
El criterio del racismo ha podido esgrimirse, a mi juicio, cuando se contrasta con el comportamiento que ha tenido la sociedad española y el conjunto de la sociedad europea con los 11 millones de personas desplazadas de Ucrania que huyeron de la guerra desatada por Putin en febrero del año 2022. En ningún momento, se han colapsado los sistemas de protección. De hecho, 5 millones han decidido permanecer indefinidamente. En España, concretamente, hay miles de menores ucranianos que no causan ningún problema. Pero me gustaría poner un ejemplo muy gráfico. Imaginemos que estamos en una playa canaria, que podría ser Las Teresitas o Las Canteras. Como cada día, hay miles de personas extranjeras tomando el sol y bañándose que apenas llaman la atención. Sin embargo, si vemos a un grupo de africanos disfrutando de la playa, empiezo a escuchar comentarios que incluso me interpelan: “¿qué hace esta gente aquí?, ¿cuándo vas a arreglar esto?”. Nadie se pregunta si los niños ucranianos saturarán el sistema educativo o sanitario, pero los africanos sí parecen una carga insoportable y las comunidades del PP se niegan a cooperar. ¿Es o no es racismo?”
-La Comisión Europea ha propuesto un nuevo plan migratorio que contempla que los Estados miembros tengan la posibilidad de enviar a centros de retorno a migrantes. ¿Qué opinión tiene usted al respecto?
“Inaceptable. Me he enfrentado a ese anuncio por parte de la Comisión Europea, que es la primera iniciativa que marca el tono de la legislatura. Dedicamos muchas horas de trabajo en sacar adelante un Pacto de Migraciones y Asilo basado en los principios de responsabilidad y solidaridad. Pero esta comisión decide crear un reglamento de retorno que legaliza la posibilidad de que los Estados miembros puedan contratar con un país tercero -a saber con qué tirano africano y a cambio de qué- la construcción de centros de internamiento sin ninguna garantía de respeto a sus derechos fundamentales. Estoy absolutamente en contra, pero la batalla no será fácil con esta influencia de la ultraderecha que nos acecha en los próximos tiempos”.
-Las últimas elecciones europeas reflejaron el avance de la ultraderecha tanto en el Parlamento europeo como en ciertos Estados miembros.
“Esto es sumamente preocupante porque la nueva normalidad del Parlamento europeo es el discurso del odio contra la diversidad, a la que desprecian, y la protección de las minorías, contrario a la libre circulación de personas. Intentan introducir límites al espacio Schengen, completamente incompatibles con la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Por ejemplo, no reconociendo el hijo de dos mujeres, es decir, un ser humano que ya es ciudadano europeo. ¿Se quiere discriminar por el simple hecho de que no te gusta la familia en la que ha nacido? En el Parlamento europeo existe un enorme resentimiento contra la ideología progresista. Aunque tampoco podemos excluir a los grupos de la ultraderecha. Hay que ir a la raíz de la cuestión y saber por qué hay tanto gente enfadada y empobrecida que ha decidido comprar estos mensajes de odio”.
-¿Qué papel juega la Unión Europea en este nuevo panorama geopolítico?
“Debe ser un actor globalmente relevante. Es necesario responder a los desafíos del mundo global, aunque no sea el deseado. La realidad ahí fuera es ingrata y muy preocupante. Lo que queda de la arquitectura de la comunidad internacional que construimos después de los desastres de la Primera y la Segunda Guerra Mundial se está desmoronando a nuestra vista. Muchas de las instituciones están obsoletas, como la Asamblea General de Naciones Unidas, que adopta resoluciones que nadie cumple. Por tanto, hay que caminar más deprisa, tomar decisiones y asumir responsabilidades. Cuando los demás están moviéndose liberados por completo de las reglas internacionales, como es China, que se desentiende de la transición verde justa; Rusia, que se desentiende de la integridad territorial; Estados Unidos, que está imponiendo un descalabro brutal al comercio internacional, la Unión Europea tiene que tomar las decisiones estrategias que sean necesarias. No podemos ser herbívoros rodeados de carnívoros. Y, todo esto, sin traicionar nuestros valores de libertad, prosperidad y solidaridad”
Entrevista publicada en "Diario de avisos"