Habiéndose completado en la segunda semana de noviembre los exámenes (Hearings) del Parlamento Europeo (PE) a los/as Comisarios/as Designados/as para la Comisión Europea que presidirá Von der Leyen (VDL II), seguramente pasará a la historia de las Instituciones de la UE la escaramuza provocada por el PP español para intentar impedir la promoción de Teresa Ribera a la Vicepresidencia primera, en la que se perfila como posición más importante alcanzada desde España en el Ejecutivo comunitario.
El papel que se le asigna en el reparto de carteras no puede ser más relevante ni retador para Ribera: reconoce su trayecto y autoridad en Medio Ambiente, su compromiso contra el cambio climático y con la descarbonización; pero además se le asigna la política de Competencia, área definitoria del poder regulatorio de la UE, entrecruce de elementos técnicos muy especializados con intereses nacionales de alcance a menudo estratégicos para sus economías o para sus industrias.
Es público y notorio, sorteadas las dificultades impuestas por la táctica del PP español de hostigamiento sin tregua y en todos los frentes —UE incluida— al Gobierno de Pedro Sánchez, el ridículo en que se han sumido Feijoo y su hueste en el PE. Sí, es cierto que el PP consiguió, con la complicidad o tolerancia del Presidente del PPE, Manfred Weber, obstruir y bloquear durante unos días largos como semanas el entero proceso de confirmación de candidaturas a integrar la Comisión Europea VDL.
Pero también que, tras la decisiva conversación del presidente Sánchez con la Presidenta VDL en la Cumbre del G20 en Brasilia, los grupos de la investidura (que suman una mayoría proeuropea en el PE alternativa a esa otra mayoría antieuropea en que se conglomeran los tres grupos de ultraderecha con el PPE) resolvieron deshacer el nudo gordiano impuesto por la feroz oposición del PP español a Ribera, dando finalmente luz verde a todas las candidaturas pendientes.
El resultado de este episodio, tan ingrato como deslucido, deja en evidencia al PP español no solo como una disfuncional piedra en el zapato del PE sino como una ruidosa fuente de molestias y contaminaciones acústicas en el propio Grupo Popular del PE (por la altisonancia, voz en grito, de sus exabruptos contra España, su propio país, so pretexto de atacar constantemente y en todo al Gobierno español).
Tan ridícula obsesión por lanzarse en tromba contra el Gobierno de Pedro Sánchez en cada acto parlamentario del PE (especialmente en cada pleno en Estrasburgo), con toda la artillería a su alcance, venga o no a cuento, con discursos tan tronitonantes y flamígeros como cargados de falsedades, mentiras y estrambotes disparatados (asemejando a menudo a España con Hungría y a Sánchez con Víctor Orbán), ha colmado la paciencia del propio Weber y del entero PPE. Pero hace tiempo que, además, suscita la perplejidad de una mayoría de miembros del PE que asiste atónita ante la recurrencia incesante, sin pausa ni margen para hablar de ninguna otra cosa, de tanta monomanía.
No hay sesión del PE en que el PP español no fuerce la mano imponiendo la incrustación a capón en el Orden del Día de algún punto artificioso en el que discutir, por enésima vez, la "deriva totalitaria" o el "riesgo al Estado de Derecho" que, en su delirante hiperventilación, "amenazaría" a España de no intervenir con urgencia algún Deus ex Machina, alguna fuerza de la UE que impidiese que nuestro país se despeñe por un abismo que sólo existe en su ansiedad febril por cobrarse la pieza de esa Moncloa que se les resiste.
Lo único cierto es que el acuerdo finalmente alcanzado —ejecutado de inmediato en el desbloqueo de la Comisión Europea VDL II en su conjunto— comporta un respaldo incontestable —y un reto de gran envergadura— a la solvencia mostrada por Teresa Ribera en su prolongado examen ante el PE (cuatro horas largas de preguntas y respuestas, tan ágiles como incisivas).
Quedó fuera de toda duda que la candidata española está sobradamente cualificada para desempeñar la relevante cartera encomendada. Sabiendo de la incontestable calidad de su perfil, el PP español braceó, con manotazos de ahogado, para trasladar a Ribera la "responsabilidad ejecutiva" por la catástrofe sufrida en la Comunidad Valenciana (CVal) (con daños también en Castilla La Mancha, Cataluña, Andalucía...), y para imponer además condiciones tan absurdas como abusivas de mala fe ("compromiso de dimitir" si se admite a trámite alguna acción judicial en contra, hipótesis que, como se sabe, está lamentablemente al alcance de cualquier pseudo-organización de corte ultraderechista, indiferente a la contradicción jurídicamente execrable de que a quien sí estaba a cargo, el presidente Mazón de la Comunidad Valenciana, pueda salirle de rositas su no gestión de la Dana).
Una oportunidad, inmensa, y un reto, no menor, para Teresa Ribera, vicepresidenta de la Comisión VDL II, y para la entera UE en esta Legislatura 2024/2029. Con toda certidumbre, sobresaldrá en este trabajo con el rigor demostrado en todos sus desempeños.