Segundo pleno de febrero del Parlamento Europeo (PE) en Estrasburgo. A medida que se avecina el fin de la Legislatura 2019/2024, aumenta la velocidad y la intensidad de los Plenos (a dos por mes hasta fines de abril), sumadas a las semanas de reuniones de sus Comisiones en Bruselas, con el objetivo expreso de apurar el balance del mandato con tanta legislación europea completada como resulte posible conforme a un calendario angosto y a la voluntad política de alcanzar acuerdos en márgenes cada vez más apremiantes.
La dificultad del empeño encuentra su haz y su envés en un torno inquietante, un mundo cada vez más peligroso —el HighRep Borrell lo ha explicado elocuentemente en sus debates ante el Pleno—, minado por amenazas que exigen la rápida maduración de la UE como un actor global capaz de ejercer su ambicionada "autonomía estratégica" con un Hard Power que compense su historial de Soft Power.
Tal autonomía estratégica resulta tanto más acuciante ante el declive de EEUU como hegemón global, no solamente a la luz de la erosión de sus propias magnitudes políticas y sociales sino ante el riesgo cierto de que un trumpismo recrecido y rencoroso acabe por dinamitar todo lo que aún queda en pie del orden mundial edificado tras la II Guerra Mundial.
En este contexto enrarecido, las fuerzas políticas europeas se aprestan a formalizar sus candidaturas y ofertas programáticas para las elecciones del próximo 9 de junio. De un lado, ello comporta el esfuerzo de cada familia europea para organizar las conferencias y los ciclos congresuales de los que deben emerger sus respectivos Spitzen Kandidaten (expresión alemana que, en plural, describe a las personas designadas por cada Partido europeo para presidir la próxima Comisión Europea "conforme a los resultados de las elecciones europeas", art.17 TUE) y sus manifiestos (programas o agendas de prioridades). De otro, exige abordar la comunicación con la ciudadanía europea —en toda su diversidad y pluralismo nacional, lingüístico e ideológico— a la que el PE representa.
En mis intervenciones públicas en esta fase decisiva previa a las elecciones subrayo tan enfáticamente como puedo el rasgo más distintivo del PE como la única Institución supranacional directamente electiva (votada por el sufragio universal de 430 millones de ciudadanos/as europeos/as en 27 Estados miembros/EEMM) y legislativa del mundo.
Su función parlamentaria se concreta en la investidura de la Presidencia de la Comisión Europea (y, tras examen individualizado, de todos/as los/as Comisarios/as designados/as, también del conjunto del Colegio) y en su eventual censura, en su control político ordinario (Question Time, Comparecencias/Hearings) y extraordinario (Comisiones de Investigación), en su autoridad presupuestaria y en su potestad legislativa sobre un enorme espectro de materias que hace tiempo que dejaron de ser competencias exclusivas de los EEMM (tal como ejemplifican el Derecho penal y el Derecho procesal, las leyes de desarrollo de los derechos fundamentales consagrados en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE/CDFUE, y migraciones y asilo, asuntos de que se ocupa la Comisión LIBE del PE que tengo el honor de presidir).
Ahora, de lo que se trata es de comunicar con la ciudadanía europea de su representación con toda la eficacia y fuerza movilizadora de que seamos capaces individual, colectiva e institucionalmente.
El PE —como el resto de las Instituciones europeas— cuenta con una Dirección de Comunicación y con Delegaciones en todas las capitales de los EEMM de la UE. Entre sus herramientas dispone de Portales de Información y de Participación Pública. En su experiencia reciente figura también la convocatoria y celebración de conferencias ciudadanas bottom/up (abiertas a la recepción de testimonios directos de la sociedad civil, organizaciones representativas (mujeres, jóvenes, LGTBIQ, profesionales de sectores o activistas de derechos humanos o causas humanitarias).
El PE alberga anualmente actos abiertos a la participación de la cultura o del compromiso social (Premios Lux, Rainbow Rose..) así como auspicia anualmente el Premio Sakharov por las Libertades. Además, el PE ha incorporado a la estructura presupuestaria de la UE toda una serie de Programas financieros y Fondos específicos (Rights & Values, Democracy & Citizens Rights…) pensados y diseñados para apoyar iniciativas provenientes de la sociedad civil, ONGs y think tanks.
Buena parte de la Legislación europea adoptada en estos años de vigencia del Tratado de Lisboa (TL) y el Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia (ELSJ) testifica esta vocación de aprendizaje y servicio a la contribución de la ciudadanía europea y de profesiones específicas (periodistas y medios de comunicación, jueces y fiscales, abogados y procuradores, fuerzas y cuerpos de seguridad en desempeño de funciones de protección civil y Salvamento y Rescate).
Baste pensar, como ejemplos, en la Whistleblower Directive (surgida de los trabajos de la Comisión de Investigación sobre la utilización masiva de datos personales por la NSA de EEUU revelada por Snowden), en la Directiva SLAPP (protección de periodistas ante la demandas o querellas maquinadas para silenciarles o intimidarles). El mismo Pacto UE de Migraciones & Asilo ha recibido la aportación de múltiples organizaciones civiles relevantes en el ámbito del Search & Rescue y la asistencia humanitaria a los migrantes y demandantes de asilo (ONGs, Save the Children, Stateless Persons, Amnesty International, Red Cross, entre otras, además, naturalmente, de ACNUR y la OIM).
La campaña que conduce a las elecciones europeas del próximo 9 de junio contiene, cómo no, componentes políticos nacionales e ideológicos que se sustanciarán en las distintas estrategias y plataformas partidarias, en su contraposición y contienda con toda la intensidad y crudeza inherentes a la competición directa por el voto de la ciudadanía.
Pero encierra, también, e importa recordarlo, un reto de explicación y de comunicación de la causa europea en sí, de su razón de ser —histórica y actual—, de sus condicionantes existenciales (—¡esa vecindad del gigante ruso, el país más extenso de la Tierra, aherrojado en una autocracia embrutecida por el crimen de Estado y la represión más cruel y despiadada frente a toda disidencia—¡) y de las expectativas de, que en el próximo mandato (2024/2029) del PE y la Comisión Europea, la UE apueste por sí misma (nunca contra sí misma), por su fortalecimiento como espacio compartido (no por debilitarse no por autolesionarse), y por la conjugación de su oferta de ampliación (candidatos a la adhesión) con la reforma institucional que le permita decidir sin sometimiento alguno al chantaje ni al bloqueo de los gobiernos nacionales más obstruccionistas.
Los socialistas europeos abordamos estos retos en nuestra cita de Roma (1 y 2 de marzo). La ciudadanía aguarda respuestas y esperanzas fundadas para su movilización el próximo 9 de junio, mientras el mundo alrededor bulle sin pausa ni tregua.