Las tres formaciones políticas de la derecha española —PP, Vox, Cs— que han hostigado sin tregua al Gobierno de coalición progresista que ha presidido Pedro Sánchez desde 2019 —empezando por negar su legitimidad— han votado por traer hasta el Pleno en Estrasburgo del Parlamento Europeo (PE), a través de sus Grupos PPE, ECR y Renew, un debate extraordinario sobre las "amenazas al Estado de Derecho en España" (sic).
Injertando de mala manera esta alteración del Orden del Día previamente programado, PP, Vox y Cs han resuelto, no contentos con el fracaso de su candidato Feijoo en su intento por obtener su investidura en el Congreso, refrescar su amargo sabor de boca trasladando a la Eurocámara la bronca en que se han instalado en la política española, sin miramientos con los daños severamente infligidos tanto a la convivencia como a la imagen de España.
La disputa ya no es preventiva: conocemos la Proposición de Ley Orgánica registrada en el Congreso, minuciosamente respetuosa de los parámetros del juicio de constitucionalidad que en nuestro ordenamiento corresponde exclusivamente al TC, además de concienzudamente ahormada a la jurisprudencia del TEDH y del TJUE (excluyendo de su ámbito "los delitos contra los intereses financieros de la UE".
España no padece ninguna "amenaza contra el Estado de Derecho" ante esta iniciativa ejercitada conforme dispone la Constitución española (arts.87.1 y 90 CE): el único ejercicio de filibusterismo con abuso de mayoría absoluta es el perpetrado aquí por el PP en el Reglamento del Senado al alterar la regla de la tramitación de urgencia con la declarada intención de sabotear su trámite.
Y desde luego España no afronta ninguna “amenaza” contra la independencia judicial que no sea —ahí es nada— el bloqueo del CGPJ por el PP hasta la náusea, caducado hace cinco años, con grave perjuicio sistémico en la Administración de Justicia (vacantes cronificadas sin cobertura a la vista), de la tutela judicial y del acceso a la Justicia, derechos fundamentales de la ciudadanía.
La prueba más elocuente de independencia judicial la ofrecerán —lo adivinamos— las numerosas cuestiones de inconstitucionalidad ante el TC español y de prejudicialidad ante el TJ de la UE que interpondrán muchos jueces antes de suspender los procedimientos en curso por los "flecos del procés" con la intención de obstruir la aplicación de la Ley cuando tras su entrada en vigor. Porque son independientes, precisamente por eso.
Señorías de la derecha cacofónica en el PE: Léanse la proposición de Ley Orgánica. No hay arbitrariedad, sino motivación extensa (Exposición de Motivos), con argumentaciones garantes de su proporcionalidad en cuanto ley singular al atendimiento adecuado de una crisis excepcional, que tuvo lugar, por cierto, bajo Gobierno en España del PP, que ni acertó a evitarla ni a defender después la reputación constitucional de España y su credibilidad en la UE, esa misma que ahora atacan y ofenden con tanta saña y sin descanso.
Señorías de la derecha: midan las consecuencias de su retórica incendiaria, saturada de falsedades y exageraciones sin tino, en lugar de supurar la frustración —y la rabia, siempre tan mala compañía— que les genera desde siempre cada Gobierno progresista en España, ahora el de Pedro Sánchez, antes los de González como los de Zapatero.
Una vez más el citado —aunque menos leído— ensayo de Levitsky & Ziblatt, Cómo mueren las democracias. Con la no aceptación del otro, de la alternancia y de la alternativa; y, consiguientemente, con la negativa a aceptar paciente y pacíficamente la derrota en las votaciones con las que legitimamos la formación de Gobierno.
Que lo sepa todo el mundo en el PE: el PP no gobierna en España, pese a ser primera fuerza en las elecciones del 23J, porque ni ha sido capaz de obtener la confianza del Congreso en el que se representa la soberanía nacional libremente expresada por el pueblo español (art.1.2 CE y 99 CE) y porque, esta es la clave, no ha sido capaz de pactar más que con la extrema derecha.
Y que lo oiga todo el mundo en el PE: no puede aspirar a gobernar un país plural y diverso (constitutivamente: política, institucional, cultural, lingüística e identitariamente) como lo es España quien ni la entiende, ni la acepta, ni la "ama" como realmente es, mucho más abierta y variada que el PP y sus desprendimientos hacia su derecha extrema.
España, y la calidad de su orden constitucional y de su democracia, merecen mejor respeto, señorías de la derecha española en el PE. Sin duda, la idea europea de democracia exige respeto a las minorías y promoción activa del pluralismo político, pero también y, sobre todo, respeto por los resultados de votaciones legítimas de conformidad a las reglas que nos permiten convivir. Máxime cuando se adoptan en las instituciones -nuestro Parlamento, nuestras Cortes Generales- a las que la Constitución con la que se llena la boca con furia jupiterina confieren la representación de la soberanía popular.
Publicado en Huffington Post