El diseño de la Conferencia sobre el futuro de Europa ha intentado cuidadosamente distanciarse de errores ya ensayados.
El pasado viernes 21 de mayo tuve el honor de participar en Canarias en la Reunión del Consejo Federal del Movimiento Europeo —que se remonta al legendario congreso de federalistas europeos reunidos en La Haya en 1948, del que fue impulsor, entre otros perfiles sobresalientes, Salvador de Madariaga, antiguo ministro de la II República española—, con representación de todas las comunidades autónomas. Ese impulso federal respira en el Parlamento Europeo (PE) a través de los trabajos y de las resoluciones del Grupo Spinelli —en memoria del redactor italiano de un Proyecto de Constitución Europea en 1984—, del que me honro en formar parte con mi compañero socialista español Domènec Ruiz Devesa.
Convocados por el Consejo Canario que lideran el veterano internacionalista Manolo Medina y Lucas Pérez, bajo la presidencia federal del profesor Francisco Aldecoa, los activistas del Movimiento Europeo discutieron durante dos jornadas los asuntos y desafíos revestidos de mayor actualidad y carga de futuro en la UE.
Pues bien, recién aterrizado desde la semana de pleno del PE en Bruselas, agradecí la oportunidad de exponer en mi intervención la compleja negociación que condujo a un acuerdo en una sucesión de intensos trílogos (reuniones de los dos colegisladores de la UE en la fase definitiva del procedimiento legislativo para la adopción de la legislación europea) con el Consejo (presidencia portuguesa), contando con la mediación del comisario de Justicia, Didier Reynders, sobre el certificado covid UE para el relanzamiento de la libre circulación (arts. 26 y 45 TFUE y art. 45 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE), con seguridad jurídica, coherencia con el estándar europeo de protección de datos (el más alto del mundo), características homogéneas, contenido unitarios y garantía de validez en todos los Estados miembros, sin discriminación.
El acuerdo trabajosamente alcanzado el jueves 20 de mayo, tras muchas horas de arduo trabajo para la aproximación mutua de posiciones, ha sido revalidado por la Comisión LIBE del PE del 26 de mayo, llegando por tanto a tiempo para su entrada en vigor el 1 de julio tras su votación definitiva en el pleno del Parlamento el 8 de junio. Ese era el compromiso, el objetivo y la oportunidad. Que el verano de 2021 no fuese un derrumbamiento de la libre circulación y del espacio Schengen como el de 2020. Y este escenario nos brinda una ocasión de reforzar el vínculo con la ciudadanía y sus expectativas.
En efecto, la temática de los derechos y libertades, los valores constitucionales y su cuestionamiento a lo largo de la crisis de la covid fue ampliamente discutida en la reunión del Movimiento Europeo. Y particular atención mereció la expectativa de una mejora sustancial del actual estado de cosas a partir de la puesta en marcha de la Conferencia sobre el futuro de Europa (CoFEU), fechada en el 9 de mayo de 2021, Día de Europa, con un año de retraso.
El escepticismo inicial con que el federalismo europeo acogió esta iniciativa ha ido evolucionando a una acogida receptiva. Las reservas iniciales estaban, de hecho, fundadas. Tanto en las frustraciones de ocasiones anteriores (la convención constitucional que desarrolló sus trabajos 2003/2004) como en las dificultades estructurales para la comunicación de la política y de la toma de decisiones a escala supranacional en las que me he expandido en mi libro El Parlamento Europeo: una experiencia única (Wolters Kluwer, 2020).
Ahora podemos celebrar con una mejor expectativa la apertura de la CoFUE a una comunicación de abajo hacia arriba sin precedentes. Abierta a la ciudadanía y a la sociedad civil, a think tanks, universidades, espacios de reflexión de profesionales y académicos como los que animan el propio Movimiento Europeo (que, por cierto, podrá expresarse por medio de dos de los asientos del total de 433 que integrarán el plenario de la CoFEU, en el que 108 corresponderán al Parlamento, estando también contemplada una representación del Comité de Regiones, del Comité Económico y Social y de la sociedad civil).
Existe, efectivamente, un inmenso caudal de elaboración doctrinal que no puede ser desaprovechado: es un deber acomodarlo y darle un cauce de expresión en los paneles y ágoras de ciudadanía (parcialmente integradas por sorteo según tramos demográficos de edad, origen nacional, extracción social y cultural, que aseguren paridad de género y resulten representativos de la complejidad de la sociedad europea, la EU social fabric).
Las esperanzas expresadas por el Movimiento Europeo se hallan, esta vez, fundadas. El diseño de la CoFEU ha intentado cuidadosamente distanciarse de errores ya ensayados, al mismo tiempo que se esfuerza por capitalizar los sensibles desarrollos tecnológicos y culturales experimentados en el campo y los formatos de la democracia participativa.
Hay diferencias de formato respecto de todos los experimentos precedentes: presidencia tripartita de las tres instituciones, Comité Ejecutivo tripartito de las tres Instituciones; plataforma digital multilingüe para la participación online acompañada de paneles ciudadanos europeos y nacionales (denominadas ágoras en la propuesta del PE), de los que se reportarán hacia arriba los mensajes enviados.
Hay diferencias también de diagrama temporal y/o temporización. El objetivo primordial no es la reforma de los tratados (art. 48 TUE: procedimientos de reforma “ordinario” o “agravado” y “simplificado” o extraordinario para ampliaciones de las competencias de la UE), pero se reconoce y se asume que la reforma, tarde o temprano, se hará simplemente inevitable. La idea de una gran consulta popular —institucionalizada o virtual— no precede a la iniciativa y a la apertura de un ciclo para una gran conversación: el método es ahora el inverso que en ocasiones anteriores.
Pero hay también, sobre todo, diferencias relevantes en cuanto a los mecanismos previstos y disponibles para la de participación de la ciudadanía europea (digitales, e-Democracy), que en esta ocasión serán los propios de la revolución tecnológica.
Y, en definitiva, se marca también la diferencia en la ambición democrática. Listas transnacionales. Ley electoral europea. Spitzenkandidat y parlamentarización. Question time. Iniciativa ciudadana europea y refuerzo de su recepción e impacto en el procedimiento legislativo. Por una ciudadanía europea informada y empoderada.
Publicado en Huffington Post