El éxodo humanitario de cientos de miles de personas que buscan refugio en Europa sacude estos días la conciencia de millones de europeos.
Resalta como nunca el contraste entre la cicatería, la torpeza y la mezquindad en la respuesta de buena parte de los Gobiernos europeos -lastrada por la tendencia a la renacionalización de esta política impuesta por los Estados Miembros - con la solidaridad dimanada de la ciudadanía de miles de europeos de carne y hueso, autoorganizados en una suma de voluntades individuales. Son los ciudadanos y las ONGs europeos los que han dicho claramente: hay que ayudarles, aliviarles, reparar las injusticias de las que su situación trae causa, honrando los valores fundantes de la UE. Al mismo tiempo, hacen expresa una petición de "perdón" por la falta de estatura de los Gobiernos nacionales a la hora de llenar de contenido concreto los valores de solidaridad y vinculación al Derecho Internacional humanitario y de protección de refugiados.
Se ha escrito estos días, y mucho, sobre el impacto moral de la desoladora foto del cuerpo de Aylan en las playas de Bodrun. Compelidos, contra las cuerdas, por la súbita presión de una opinión pública conmovida, algunos Gobiernos reluctantes ante los requerimientos de su responsabilidad en una política europea de gestión de fronteras y un sistema común de asilo y refugio en la UE, se han prestado a mover ficha. Así, han intentado corregir su anterior negativa a recibir ningún contingente de "cuota" pretextando argumentos peregrinos y egoístas como los que escuchamos de Rajoy y sus ministros para excusar detrás del parapeto de "nuestra tasa de paro" todo compromiso de ayuda a los refugiados. Sí, tal como lo han expresado los húngaros contra Orban, "perdonen por nuestro Gobierno".
Pero la cuestión sigue siendo trascender de una vez ese estadio nacional al que -paradójicamente- regresa también Alemania, que es el objetivo ensoñado de cientos de miles de seres humanos que huyen de los desastrosos conflictos de Siria, Irak o Afganistán. Y hay que hacerlo para articular un prontuario efectivo de respuestas europeas.
Es el momento de introducir, como propongo, la figura normativa de la visa humanitariaen la nueva legislación europea de visados
Insisto aquí en aquéllas que deberían encontrar una plasmación positiva cuanto antes, con una legislación europea en la que el Parlamento Europeo tiene el deber de resultar decisivo. Son, por lo menos, las siguientes:
1) Urge superar de una vez el llamado Reglamento de Dublín, que establece la obligación de gestionar la solicitud de refugio en el país en que el demandante tenga su primer acceso al territorio de la UE. Es imperioso avanzar hacia un sistema europeo y mancomunado de gestión de las demandas de asilo.
2) Es preciso articular el desarrollo del mandato de solidaridad del art. 80 TFUE o la redistribución del demandante de asilo -por la vía de reasentamiento (resettlement) al contingente de 20.000 actualmente desplazados en países terceros, o del realojamiento (realocation) de los 40.000 que han sido atendidos por Italia-. No puede depender de criterios de voluntariedad ni de las disposiciones de algunos Estados Miembros o Gobiernos nacionales frente al egoísmo de otros: ha de ser un mecanismo obligatorio y vinculante. La redistribución debe ser normativa para los Estados Miembros: todos deben cumplir con su obligación para con el compromiso asumido de un Sistema Europeo Común de Asilo por el que la UE ratifica su responsabilidad ante el Derecho Internacional Humanitario de protección del refugiado (el Convenio de Ginebra de 1951 y su Protocolo de N.Y. de 1967), que adquiere rango constitucional tanto en el Tratado de Lisboa como en la Constitución de un buen número de Estados Miembros (art.13 CE, art.16 de la Constitución alemana, art. 18 de la CDFUE,...).
3) Pero hay que reafirmar y fortalecer Schengen: SIS II, Sirene, y sus dispositivos complementarios. Revalidando y relanzando la libre circulación de personas en el Espacio Europeo de Libertad, Justicia y Seguridad. Porque la libre circulación es un pilar vertebral de la construcción europea y uno de los activos más relevantes de su acervo. Un pilar apreciado como tal por el conjunto de los europeos. A la vista de la insistencia con que estos días se oye hablar de "revisar Schengen" o "ponerlo en cuestión", trasluce el riesgo cierto de su deslizamiento hacia la renacionalización, hacia su regresión al pasado de las fronteras interiores, o hacia su desmantelamiento.
4) Además, es el momento de introducir, como propongo, la figura normativa de la visa humanitariaen la nueva legislación europea de visados, actualmente en tramitación en el Parlamento Europeo. Soy ponente de esta legislación y propugno la inserción de la visa humanitaria para situaciones no cubiertas con claridad por el salvoconducto de la protección al asilado y de protección subsidiaria, tal y como desarrolla la nueva ley española (2011), reguladora en España del Estatuto del refugiado y su protección subsidiaria.
5) Y hay que asegurar la apertura de corredores o pasillos humanitarios para que los cientos de miles de refugiados puedan circular por Europa, y hacerlo con garantías.
Es hora, en definitiva, de que una respuesta europea haga acto de presencia. De una puñetera vez. Bien está, por descontado, la solidaridad espontánea e ilimitada de miles de europeos y ONGs. Bien está la "misericordia" de la que habla el Papa Francisco... Pero es indignante que la UE naufrague aquí, en las playas de Bodrun, fuera de sus fronteras. Una UE irreconocible, sin remoto parecido a lo que Europa fue un día, a lo que Europa dice ser que prometió que sería.