Con la enormidad e imponencia de la actual “crisis migratoria” -¡400.000 personas llamaron a nuestra puerta este verano de 2015, cerca de 3.000 ahogados en aguas mediterráneas!- la UE afronta un episodio álgido en su prolongada y aguda crisis de identidad. Tanto es así que esta crisis ha llegado a tornarse en crisis existencial, en la medida en que afecta a sus valores fundantes, a su compromiso con la civilización de los derechos y del imperio de la Ley.
La actual “crisis migratoria” parece una prolongación o una exasperación de situaciones ya vistas o ya experimentadas. Pero plantea aspectos nuevos, de particular importancia, que merecen atención:
a) La actual masa de desplazados -seres humanos, no se olvide, no son chatarra ni mercancía averiada, sino hombres y mujeres, y singularmente menores y niños, desesperados- no delinea una columna de inmigrantes económicos, sino de demandantes de asilo y refugio. Y los refugiados políticos interpelan a la UE en el frente humanitario y no solo en su capacidad de absorción de mano de obra en busca de una oportunidad de promoción o de prosperidad económica y social.
b) La causa eficiente de esta crisis humanitaria no es casualidad ni sorpresa: apela directamente a la responsabilidad de los EE.MM de la UE, por su incapacidad para construir y poner en marcha una auténtica Política Exterior y de Seguridad Común a la altura de los retos y ambición del Tratado de Lisboa. Además, expone dramáticamente la responsabilidad específica de algunos EE.MM por su implicación y/o complicidad en operaciones militares fatalmente diseñadas -como la desgraciada guerra de Irak- con consecuencias catastróficas para millones de personas no sólo en Oriente Medio, sino en el Norte de África y en el Asia Central.
c) Esta crisis humanitaria también ha puesto de manifiesto que lo que llaman “carga” o “presión” la están soportando gravemente Estados que no son europeos: Jordania, Líbano, Turquía, han recibido y atienden a 5 millones de personas -un cuarto de la población de Siria- que huyen de la guerra civil en Siria y en Irak, en las que la propia Europa tiene una tremenda cuota de responsabilidad. Pero también afecta a países europeos que están fuera de la UE: Serbia y Macedonia. ¡Comparada con esas cifras, la absorción y realojamiento de 20.000 personas que la Comisión Europea demanda a los EE.MM es una cantidad infinitesimal!
d) Finalmente esta crisis humanitaria ha resaltado el contraste entre la solidaridad con los desplazados de la guerra civil en Siria e Irak mostrada por miles de ciudadanos europeos de carne y hueso -todos los que ayudan, los que prestan una mano, los que se compadecen, y comparten agua y comida- y la racanería, cicatería y mezquindad de un buen número de Gobiernos y burocracias nacionales o los EE.MM, y los que niegan toda solidaridad, independientemente de su color político y composición partidaria.
Pues bien, el Parlamento Europeo se apresta ahora, otra vez, a discutir y debatir una Resolución. ¿Qué puede aportar de nuevo? Al menos, los siguientes avances:
1) Exigir terminantemente el cumplimiento del mandato de “solidaridad” del art. 80 TFUE, porque es una norma vigente. Exigir no es un deseo ni wishful thinking.
2) Denunciar a aquellos países que, como España, se retratan muy por debajo de su potencial de acogida e incumplen el Derecho Internacional Humanitario de protección de los refugiados: apenas 2.700 refugiados en España en 2014, frente a los 400.000 en Alemania, los 270.000 en Francia, o los 225.000 en Suecia el mismo año… ¿Por qué? ¿Cómo puede explicarse?
3) Rechazo frontal a medidas que países como Hungría pretenden poner en marcha: un “muro” reaccionario de contención que imponga puertas al campo.
4) Proponer el establecimiento de un pasillo o corredor humanitario para los demandantes de asilo.
5) Establecer una green card para circular por la UE, y proponer que se complemente con una mayor protección de los refugiados mediante la introducción de una visa humanitaria. Es este un paso adelante que personalmente propongo en mi informe como ponente de la nueva legislatura europea de visados que actualmente se encuentra en trámite parlamentario, sin duda una de las más relevantes iniciativas en curso de discusión actualmente en el Parlamento Europeo.