Carme ha hecho historia. Es nuestra historia, la de los españoles de nuestro tiempo vital, frágil y vertiginoso, y la de los que la quisimos
Todos los domingos por la tarde vuelo desde Canarias a Madrid: es mi única posibilidad de arrancar el lunes mi trabajo en Bruselas o Estrasburgo. Esta vez he aterrizado en el infierno, roto por el dolor de una explosión de mensajes en mi móvil que no me puedo creer y cuya crueldad no puedo aceptar esta noche.
Carme ha hecho historia. Es nuestra historia, la de los españoles de nuestro tiempo vital, frágil y vertiginoso, y la de los que la quisimos. La admiramos por ser lo mejor de nosotros, y por superarse ante cada revés, cada tropiezo y cada adversidad.
Ella escribió su destino contra todos los pronósticos, desafiando las leyes de la probabilidad, y hasta las de la gravedad. Por eso nos duele tanto este desgarro inasumible.
No quiero glosar esta noche su itinerario asombroso... Solo puedo rendir un homenaje de afecto a la huella de su empeño, a la enseñanza de su tenacidad, y a la ternura de su logro más hermoso, pequeño, pequeño Miquel. Cuánto te queremos, Carme.