En el pasado pleno de Estrasburgo, tuve la oportunidad de intervenir para rendir un homenaje a las movilizaciones de cientos de miles de europeos (especialmente los más jóvenes) que, en las capitales de Europa y bajo el lema colectivo "Pulse of Europe", reclamaban con energía y convicción una mejor Europa: más integración y menos veto; más acuerdos políticos; más reformas; y más voluntad para relanzar de una vez una Europa más social, con capacidad fiscal, con recursos, y con un mensaje claro frente a sus enemigos.
En el futuro inmediato, y en el nivel de la política interna de la Unión Europea, tenemos ante todo dos retos: por un lado, hacer frente al Brexit con determinación y crudeza, porque nos evidencia una crisis inédita del proyecto de integración supranacional, cuyo alcance debería de ser definido con claridad en lo que a sus costes se refiere, tanto a Reino Unido como para el resto de Europa. Pero también, por otra parte, urge acabar con la hipocresía de la "ampliación", hoy por hoy inviable, políticamente impensable, no solamente de cara a Turquía, sino también respecto del resto de candidatos a una futura adhesión.
En la vertiente de la defensa y política exterior, nos apremia la gestión de la amenaza terrorista, ciertamente real, como hemos vuelto a comprobar de manera trágica hace sólo dos días en Londres. Sin embargo, se trata de un problema que ha de ser combatido con respuestas que no sean erróneas ni desviadas en dirección equivocada. Es cierto: se han implementado medidas como el Sistema de InformaciónSchengen (SISII), aunque no sea suficiente para crear una auténtica comunidad de información e inteligencia europeas (el FBI europeo que algunos venimos reclamando). Tampoco se ha avanzado lo bastante en la imprescindible prevención de la radicalización en las cárceles y redes; ni tampoco en la identificación de las fuentes de financiación, de la actividad terrorista y sus ataques y atentados.
Por ello, algunos en el Parlamento Europeo queremos endurecer la Directiva contra el blanqueo de capitales: para rastrear las vías de financiación de la amenaza terrorista y de la circulación y adquisición de armas de que disponen los terroristas, que no son ciertamente las armas de tenencia legal en la Unión Europea, sino las susceptibles de tráfico ilícito en la red. Pero, sobre todo, hay que recuperar en la UE la lucha contra la desigualdad y la exclusión para combatir la llamada guetización del yihadismo, que está en las raíces profundas de la amenaza terrorista; además de apostar por la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria para edificar instituciones de prevención de conflictos en nuestro vecindario atormentado.
Toda esta inseguridad ha sido también consecuencia de la malhadada austeridad destructiva, y de la descorazonadora falta de compromiso social de demasiados gobiernos en demasiados Estados miembros. Resulta sumamente hipócrita reclamar un virtual endurecimiento del actual marco legal de la lucha contra el terrorismo, pese a los riesgos de su impacto evidente en las libertades públicas y los derechos fundamentales, mientras que, por otro lado, se desatiende o se pospone o simplemente se bloquea la transposición de las directivas antiblanqueo o se impide y se bloquea en el Consejo de la UE (reunión de los gobiernos de los Estados miembros) la colegislación y el desarrollo y profundización de las leyes de lucha contra el blanqueo de capitales procedentes de negocios ilegales o de tramas criminales a riesgo de debilitar nuestra respuesta al terrorismo.
Publicado en Huffington Post