No va a ser fácil, en efecto, corregir el corrosivo impacto de las desigualdades sobre la desfallecida voluntad de Europa en la UE sin ampliar la mayoría europeísta.
Hace tan sólo dos meses -finales de julio, inmediatamente antes de la pausa del verano-, muchos de entre quienes nos habíamos con una Europa mejor en una extenuante campaña con ocasión de las elecciones europeas del pasado 26 de mayo, asistimos con desolación (e indignación contenida) al veto contra Frans Timmermans (candidato socialista a la Presidencia de la Comisión, sobre el que se había forjado un consenso de partida entre el PPE con Merkel, los liberales con Macron y la socialdemocracia con Pedro Sánchez al frente) opuesto por los gobiernos de extrema derecha nacionalista y reaccionaria (llamados “iliberales”) del infausto Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa). Timmermans pagaba así un alto precio político por su infatigable lucha por el Estado de Derecho, la democracia y los derechos fundamentales en la UE (era el Vicepresidente responsable de Rule of Law en la Comisión Juncker): ¡su denodada batalla contras los incumplimientos de los Gobiernos más díscolos (Hungría y Polonia, bajo la lupa de la activación de sanciones prevista en el art.7 TUE, incoado desde la Comisión LIBE y con el apoyo de 2/3 del Pleno de la Euro cámara) le ha costado nada menos que poder alcanzar la presidencia de la Comisión Europea!
La inesperada decisión de desbloquear la situación con la candidatura de Úrsula Von der Leyen (ministra alemana de Defensa hasta su investidura en julio, PPE) y Louis Michel (primer ministro de Bélgica, liberal) como Presidente del Consejo, arrojó un jarro de agua fría sobre quienes habíamos defendido el principio democrático de parlamentarizar las elecciones europeas (incentivando al mismo tiempo la participación y el significado político del voto en estos comicios) mediante la figura del SpitzenKandidat que comporta atribuir la Presidencia de la Comisión a aquella de las candidaturas presentadas por los grandes Grupos Políticos que pueda concitar una mayoría del Parlamento Europeo (PE) electo en mayo.
Como es reconocible a estas alturas, la nueva presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, obtuvo su investidura en el segundo Pleno del PE en Estrasburgo (finales de julio) tras endosar buena parte de los requerimientos y exigencias que le habían sido planteados por la familia socialista- Y obtuvo, hay que recordarlo, esa investidura ajustada sobre la base de una mayoría europeísta transversal en el PE (PP, Socialistas y Liberales de Renew) cuyo apoyo operativo habrá de extenderse en el futuro (si es que se quiere asegurar una mayoría más holgada y operativa en los votos) hasta alcanzar a los Verdes y a la Izquierda europeísta de GUE. Con posterioridad, la composición de la Comisión formada por Von der Leyen a partir de las propuestas de los Gobiernos nacionales de los Estados miembros (EE-MM) acreditó dos activos no desdeñables: novedosamente, la Comisión Von der Leyen asegura paridad de género (primera vez en la historia: 17 hombres, 16 mujeres) y una amplia presencia progresista (con 10 Comisarios/socialistas, frente a 9 del PPE, por primera vez en 25 años).
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Visto que su agenda política (articulada por escrito en las llamadas Mission Letters, encargos programáticos individualizados con los que Von Der Leyen asigna y distribuye sus respectivas carteras entre los candidatos a comisarios entrantes -Commissioners Designate, en la jerga-), y visto que sus prioridades (Guidelines) se hacen eco expresamente de las llamadas de atencion que le habían sido subrayadas por el Grupo Socialista (S&D), no sorprende que la primera impresión haya ayudado a compensar el sinsabor inicial. Esa foto inicial mejora cuando se constata que los asuntos más sensibles para la agenda socialista quedan en manos de Comisarios/as socialistas (Asuntos Exteriores y Seguridad para Borrell, Cambio Climático y Transición Ecológica Justa para Timmermans, Economía para el italiano Gentiloni, Interior, Asilo y Migraciones para la sueca Johansson, Igualdad para la maltesa Dalli... serían ejemplos de ello).
En el envés o pasivo de esta primera impresión figura el dato -no inocuo- de que la familia de los Verdes (la única que crece con claridad en estas últimas elecciones europeas) no se halla representada en la composición de la futura Comisión Von der Leyen, como tampoco la Izquierda radical del Grupo GUE, pese a que sus aportaciones en clave europeísta inspiran parte significativa de la respuesta progresista a los estragos causados por la prolongada crisis de la Gran Recesión de 2009 y su gestión antisocial y desigualitaria mediante la imposición de un prolongado y nocivo ciclo de austeridad recesiva (Austerity only policies). No va a ser fácil, en efecto, corregir el corrosivo impacto de las desigualdades sobre la desfallecida voluntad de Europa en la UE sin ampliar la mayoría europeísta en la UE más allá de los confines de PPE, S&D y Renew Europe (la familia liberal, hoy liderada por Macron) hasta alcanzar a los verdes y a buena parte de Izquierda Unida (GUE).
Además, la Comisión Von Der Leyen plantea al menos dos problemas de partida, ambos significativos para la agenda progresista. De un lado, su estructura se aleja de la organización interna del PE, lo que evidencia (no lo esconde) el propósito de dificultar el control parlamentario y la exigencia de responsabilidad individualizada de los/as comisarios/as en sus respectivas áreas (carteras o Portfolios). De otro, la asignación a determinados comisarios/as de una jerarquía distinguida como “Vicepresidencia ejecutiva” suscita mucha desconfianza cuando se sitúa a otros comisarios/as bajo su supuesta férula (máxime cuando hay contraste entre la adscripción ideológica de los dos polos del binomio verticalmente situados: es el caso del letón Valdis Dombrovskis, halcón de la austeridad recesiva que tanto daño a hecho a la UE (especialmente al sur), que actuara de vicepresidente sobre Paolo Gentiloni, comisario entrante de economía, del PD italiano, y sobre Nicholas Schmit, comisario entrante de asuntos sociales, socialdemócrata luxemburgués).
Como Presidente de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior del PE, he tenido el honor de presidir las intensas sesiones parlamentarias de examen de gestión de los comisarios salientes (Frans Timmermans en Rule of Law; Vera Jourova en Justicia; Julian King en Seguridad y Dimitris Avramopoulos en Interior), todas ellas expresivas del carácter controvertido y divisivo de los grandes ejes temáticos de la amplia acción legislativa de esta Comisión LIBE.
Del mismo modo, los miembros de la Comisión LIBE nos implicaremos a fondo en los exámenes parlamentarios y comparecencias (Hearings) de los comisarios entrantes, haciendo de los respectivos actos parlamentarios ocasiones relevantes para el examen de intenciones, competencia, compromiso, solvencia, aptitud y estatura de su responsabilidad al frente de un área de política europea: así será en el caso del examen al candidato griego Schinas (Rule of Law), de la maltesa Dalli (Equality), del belga Reynders (Justicia) y de la sueca Johansson (Interior y Seguridad) a lo largo del mes de octubre, hasta completar el proceso de formación de la nueva Comision Von der Leyen, que debería iniciar oficialmente su mandato de cinco años el próximo 1 de noviembre. Para que eso suceda, todos y cada uno de los candidatos entrantes deben aprobar el examen ante la Comisión parlamentaria frente a la que responderán en el arranque, a lo largo y al final de su ejercicio.
Enorme e intenso es el trabajo que debe acometer el PE, consciente de que es sólo un Work in Progress. Queda mucho por hacer para asegurar que la agenda de respuestas progresistas a la prolongada crisis existencial europea (de la que todavía venimos y, de acuerdo con todos los indicadores, podemos salir de una vez si hacemos las cosas bien) tenga una oportunidad en la Comisión que despunta. Para empezar, asegurando. Pero desde luego toca, en primer término y lugar, mantener toda la presión. Y que la sientan, en sus carnes y respectivas agendas, todos y cada uno de los/as candidatos entrantes que encaran sus decisivos exámenes ante el PE.
Publicado en el Huffington Post