''En Cataluña no basta con aplicar el martillo de la ley; hace falta más afecto''
Catedrático de Derecho Constitucional, el eurodiputado canario del grupo Socialista en el Parlamento Europeo dibuja en un libro el boscoso paisaje surgido de la gran recesión, con atajos que conducen al nacional-populismo
Catedrático de Derecho Constitucional, el eurodiputado canario del grupo Socialista en el Parlamento Europeo dibuja en un libro el boscoso paisaje surgido de la gran recesión, con atajos que conducen al nacional-populismo. “El ajuste de cuentas contra el Estado social está en el origen de esta eclosión”, sentencia el exministro de Justicia.
-¿Qué cuestiones son las que se abordan en las más de trescientas páginas de esta publicación?
“Mi trabajo en el Parlamento Europeo se ha concentrado de manera singular en el espacio de libertad, justicia y seguridad, que, a mi entender, es el que mejor expresa el gran salto adelante que se espera de la construcción europea con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa [firmado el 13 de diciembre de 2007], que es la Constitución europea. Justicia e Interior, materias reservadas a la cooperación intergubernamental, pasan a ser competencia legislativa plena”.
-Se ha extendido la sensación de que el avance se ha frenado…
“El Parlamento Europeo se convirtió en legislador en derechos fundamentales, en Estado de derecho, desarrollo constitucional, legislador penal, procesal, antiterrorista y de seguridad europea, además de legislador en asuntos tan expuestos al debate en los últimos años como la gestión integral de las fronteras exteriores, la libre circulación de personas, el asilo y el refugio. La entrada en vigor del Tratado de Lisboa coincide con la inmersión de la Unión Europea en la peor crisis de su historia, lo que supuso que las expectativas generadas se hayan alcanzado muy parcialmente bajo la crítica, que yo he hecho mía, de que la Unión Europea ha reaccionado siempre a la defensiva, poco, tarde y mal. A menudo, en la dirección equivocada. Es lo que intento denunciar y combatir”.
-En 2008 se advirtió de que la crisis engendraría populismos…
“Así es. La entrada en vigor del Tratado que prometía ciudadanía europea y derechos fundamentales sobre los que el Parlamento legislase se ha visto decepcionada por las reacciones espiralizadas por la gran recesión y por su pésimo manejo; por la gestión infame que perpetró desde el principio una amplia mayoría conservadora, que aplicó políticas procíclicas que endurecieron los males que se trataba de confrontar y, sobre todo, penalizaron a los países que más lo sufrían, subvirtiendo la lógica cohesiva sobre la que se construyó Europa, de la solidaridad, de la integración de la diversidad y de la corrección de las desigualdades intergeneracionales, sociales y territoriales. Por primera vez, la Unión Europea empezó a retroceder su presupuesto interanual de las antes llamadas perspectivas financieras (hoy, marco financiero plurianual), que ha decrecido cuando más recursos se necesitaban para hacer frente a la crisis. Además, introdujo la inaceptable y la inmoral regla de la macrocondicionalidad económica, que suponía que los países que no conseguían corregir sus macromagnitudes en el periodo ordenado serían castigados con la retirada de fondos de la solidaridad y la cohesión. ¡El colmo!”.
-¿Cómo ha repercutido?
“Esto ha repercutido en un brutal empobrecimiento de las clases medias y en la depauperación de las clases trabajadoras. Estaban todos los elementos abonados para la generación de respuestas reaccionarias y antieuropeas, que encuentra su paroxismo en la mezcla de nacionalismo y populismo, lo que hemos denominado el nacional-populismo, que es lo que más nos ha embestido a España y, particularmente, es el síndrome que viene devorando y deteriorando a la política catalana”.
-¿El brexit es una ficha de dominó en este tablero?
“Sin duda. Fuimos muchos los que avisamos de que era un completo y catrastrófico error que se pretendiera, como se dijo tantas veces, frenar a los populismos o a la derecha reaccionaria abrazando sus banderas. Se cometió la enorme torpeza de pensar que la manera de contener el crecimiento de la extrema derecha era ofrecer esas respuestas que están siendo urgidas desde la derecha reaccionaria; fundamentalmente, en la gestión de los flujos migratorios y su presentación como una amenaza a la identidad europea y a la seguridad de los europeos. En el Reino Unido, David Cameron comprometió la convocatoria de un referéndum sobre la permanencia o salida de la Unión Europea. A ese error se sumó que los laboristas nos pidieron a los socialistas europeos que no participáramos en la campaña porque podría ser contraproducente, dado lo encrespado que estaba el ánimo antieuropeo. La consecuencia fue la desmovilización de los europeístas en ese referéndum del 23 de junio de 2016 y la movilización máxima de los eurófobos. Solo nos cabe esperar que aprendamos de esa lección”.
-Los separatistas catalanes utilizaron la UE como talismán…
“A estas alturas, la impostura del nacional-populismo, que ha corroído la política catalana, está fuera de toda duda. Propagaron la falacia de que que querían construirse en un nuevo Estado de la Unión Europea, con el argumento absurdo o estúpido de que, autoproclamando su república, continuarían siendo ciudadanos de la Unión Europea con asiento propio en el Consejo y en la Comisión. No obstante, el daño es real. Han invertido muchísimo dinero público en el desprestigio de la democracia constitucional española y han encontrado muchos altavoces al servicio de su causa. Hay una gran penetración de las cuentas automatizadas de intoxicación y desinformación radicadas en Rusia en la opinión pública de los estados miembros de la Unión Europea”.
-¿Qué solución tiene?
“Los socialistas venimos abogando por liderazgos políticos para acometer un ciclo de debates que conduzca a reformas, porque no puede haber ningún atajo pero tampoco basta con aplicar el martillo de la ley para solventar un problema de fractura política y social sin ofrecer un horizonte de reformas institucionales que sean lo suficientemente atractivas y proporcionen inspiración, afectividad y vinculación emotiva a una generación de catalanes que de otro modo desenchufarán definitivamente la compatibilidad de su identidad, y sentimiento nacional, con respecto a la identidad española y europea”.
-Al margen de todo esto, el PSOE ha presentado una pregunta en el Parlamento Europeo sobre las prospecciones petrolíferas en aguas de Marruecos. ¿No se corre el riesgo de que las relaciones con ese país clave en la estrategia exterior de la Unión Europea se contaminen?
“Los socialistas hemos estado siempre a la vanguardia de un modelo de desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Por lo tanto, orientado hacia la permeación en Canarias de energías limpias y renovables; todo lo contrario de lo que ha sido el signo de las políticas de los gobiernos del Partido Popular, notoriamente durante la etapa del ministro [José Manuel] Soria y las autorizaciones de los sondeos de Repsol. Y también, enfrentado al modelo patrocinado por Coalición Canaria, pivotante sobre el gas, las energías fósiles y las plantas de exportación de energías tradicionales. Pero, sobre todo, queremos el cumplimiento del derecho europeo en vigor, como la directiva de seguridad de prospecciones de gas y de petróleo, que afecta a los países fronterizos con los que la Unión Europea tenga de asociación estratégica. Debo decir que la Comisión Europea ha de verificar como mínimo que no existe ninguna contradicción con lo dispuesto en esta norma en lo relativo a transparencia y transmisión de información leal a la Unión Europea en lo referente al plan de contingencia y de cobertura de responsabilidades en el caso de que se produjese, que nunca hay que descartarlo, un vertido catastrófico. Esto es parte del derecho comunitario. No solo no afecta a las relaciones con Marruecos, sino que forma parte del marco jurídico de la Unión”.
-En cualquier acuerdo, los signatarios establecen sus condiciones… Lógicamente.
“Llamativamente, los más importantes acuerdos negociados por la Unión Europea con Marruecos en los últimos años han sido declarados nulos por el Tribunal de Justicia dado su impacto sobre las aguas saharianas, cuya jurisdicción no está reconocida internacionalmente”.
-Se cumple un año de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. ¿En qué ha afectado a las relaciones internacionales, fundamentalmente con la UE?
“Es incalificable e incuantificable el daño causado por Donald Trump a la convivencia en Estados Unidos, con una presidencia lesiva y ofensiva para todo el que no sea fan suyo. ¡Una vergüenza! Estamos ante una presidencia regresiva en aquello que Barack Obama había intentado construir para rehabilitar la imagen de Estados Unidos como una superpotencia amigable y respetuosa del derecho. El impacto ha sido sistémico y global, como corresponde al mundo que nos toca vivir. Ahora, la Unión Europea está en la obligación de deducir la consecuencia del quebranto, la ruptura, de la lógica dialogada, y diseñar una política exterior, de seguridad y de defensa común. El mensaje de Trump es explícito, de modo que un lema podría ser que Europa sea por fin un jugador de relieve y no solo un pagador de ayuda humanitaria. Y hablar con una voz propia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”.
-¿La reedición de la gran coalición en Alemania es un dique de contención contra determinadas políticas regresivas y lesivas?
“Es una decisión de política interna alemana, pero producirá un impacto en Europa. La promesa europea de esa asociación consiste en un incremento del presupuesto europeo, en una mayor exigencia de claridad y respeto a la ley en la gestión de los flujos migratorios, en una recuperación de la agenda social. En Alemania se discute dramáticamente entre lo malo y lo peor; sobre las condiciones estrictas para asumir los riesgos de una gran coalición [de democristianos y socialdemócratas] en beneficio del relanzamiento de la Europa social. Pero la otra variante de la disyuntiva es la convocatoria de unas nuevas elecciones, en las que seguramente ninguna izquierda saldría ganando y, en cambio, continuaría creciendo la alternativa populista [de la AfD]”.